Cambia, todo cambia…
o por qué decidí especializarme, a estas alturas, en traducción médica
(por
Melissa Damonte)

Me llamo Melissa Damonte y quiero aprovechar la oportunidad que me brindan Pablo Mugüerza y la Academia de los Grandes Traductores para contarles mi historia y por qué me estoy especializando en traducción médica.

Nací en Rosario, Argentina, de padres médicos. Crecí rodeada de amigos, música, juegos y, por supuesto, libros de medicina. De hecho, uno de mis pasatiempos a los 10 u 11 años era hojear el Diccionario médico Larousse (¡tenía unas láminas fascinantes!). Cuando tuve que elegir una carrera, consideré estudiar medicina, pero terminé inclinándome por las letras y me enamoré de la traducción. 

A principios de los 90, cuando me recibí de traductora, pocas personas tenían una computadora personal en casa. El teletrabajo era prácticamente inexistente y las perspectivas laborales no eran las mejores. Hasta hubo una profesora que nos recomendaba conseguir marido, porque nunca íbamos a trabajar como traductoras. No me gustaba la traducción pública ni la jurídica (áreas en las que había algunas oportunidades), así que empecé a ganarme la vida dando clases de inglés, haciendo encuestas y atendiendo quejas en un banco.

Hacia el final de la década, se instaló en Rosario una agencia de traducción. Alentada por una querida amiga y colega, renuncié al banco, compré una PC y empecé a traducir. Desde el principio tuve gran cantidad de encargos (interesantes y de los otros). Traduje aplicaciones de software, manuales, páginas web, artículos diversos y hasta envoltorios. Con el tiempo, me dediqué cada vez más a las traducciones de material de marketing y me especialicé en las áreas de informática, recursos humanos y aprendizaje a distancia. Así transcurrieron casi 25 años de trabajo incesante.

Cuando sobrevino la pandemia de coronavirus, empecé a traducir boletines informativos y otros textos de divulgación relacionados con las vacunas y con la salud y el bienestar en general. Así, volvió a cobrar fuerza aquella pasión por la medicina, esta vez, en una interesante combinación con las letras. Siempre fui consciente de que no podría dedicarme de lleno a un campo tan vasto y delicado sin una formación que me permitiera abordar los textos con seguridad y solvencia. En varias ocasiones, pensé volver a la universidad para cursar algunas materias de la carrera de medicina, pero fui postergando el plan por falta de tiempo.

En los últimos meses, el caudal de trabajo ha disminuido de manera notable, probablemente debido al auge de la inteligencia artificial. Pero, como dijo Heráclito, lo único permanente es el cambio. Esta suerte de período sabático me está permitiendo reflexionar, conocer con cierto grado de tranquilidad las tecnologías emergentes y determinar si pueden ayudarme a mejorar el proceso de traducción (y cómo). Pero lo más importante es que me da la oportunidad de explorar de una vez por todas el campo de la traducción médica.

Aunque mis años de experiencia son un buen punto de partida, sé que es un camino lleno de desafíos que requerirá flexibilidad, empatía, vocación de servicio y formación continua. Espero que el estudio del Diplomado en traducción médica Pablo Mugüerza me ayude a encontrar un área donde contribuir, al menos un poco, a mejorar la comunicación de la información médica y, en última instancia, la atención y la calidad de vida de los pacientes. Es un objetivo ambicioso, pero vale la pena el intento.