Sin mujeres no vamos a ninguna parte

Reseña del encuentro «El español, lengua internacional y del conocimiento», que tuvo lugar en el Palacio de la Magdalena de Santander, los días 29 y 30 de julio de 2013.

RESUMEN: Durante un total de 10 horas  aproximadamente (que, a ratos, sobre todo después de comer, parecieron muchas más), veinte ponentes y seis moderadores nos deleitaron con sus aportaciones, sus conocimientos y su espectacular uso del lenguaje. Quiero dejar bien claro que fue un lujo y una ocasión única de aprender de los mejores. La organización fue impecable y el marco, como suele decirse, incomparable. Me siento muy honrado y agradecido por haber estado allí.

Pero hubo otro hecho que me llamó la atención poderosamente: no hubo ninguna mujer entre los ponentes. En estas veladas lingüísticas, como en casi todos los demás aspectos de la vida, las mujeres nos superan en número, naturalmente, pero aún más, si cabe, en conocimientos y en grado de evolución. No tiene sentido que no estuvieran debidamente representadas. Lo digo, claro, con todo respeto: sin mujeres no vamos a ninguna parte, ni aquí ni en ningún lado.

RESEÑA
Merced a una beca de la Fundación Lilly, que corrió con mis gastos de matrícula, alojamiento, comidas, materiales y teatro (esto último lo explico más adelante), el pasado domingo 28 de julio llegué a una de las ciudades más hermosas del mundo, Santander, para asistir al encuentro objeto de esta reseña. La capital cántabra es bellísima todo el año, pero en verano y con sol, como fue el caso, deslumbra por su arquitectura, sus playas y paseos y la amabilidad de su gente.

LUNES, 29 DE JULIO DE 2013: PRIMERA SESIÓN DE LA MAÑANA
A las nueve y media de la mañana el rector de la UIMP, César Nombela, nos dio la bienvenida en el comedor de gala del palacio (pido perdón por la calidad de las fotos).

A continuación intervino el director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua. Fue el primero de un rosario de intervenciones magníficas, en todas las cuales brilló un uso precioso de nuestro idioma, que me hizo pensar en todas las veces en que me veo obligado a escuchar ponencias a cargo de personas que eluden esta responsabilidad, acogiéndose a la excusa espuria de que son científicos y de que deben ser otros quienes se ocupen de hablar con corrección.

Con su español impecable, faltaría más, el director de la Real Academia apuntó que «la Academia nunca tuvo vocación de enseñar» y que «los académicos son jueces, emiten un juicio sobre las palabras». Por otro lado, como han recogido los medios de comunicación, anunció que en el próximo Congreso Internacional de la Lengua Española de Panamá, previsto para octubre, se hará la presentación oficial de dos portales gratuitos, uno con diccionarios, gramática y ortografía y otro con los corpus y un apartado para investigadores. Estupendas noticias para los que nos dedicamos al idioma.

El director se mostró muy tolerante con la inmensa diversidad del uso del español en los 26 países en los que se habla, pero recordó que, en las escuelas, los maestros demandan una gramática y una ortografía digamos «mínimas» para poder enseñar el español, y comunicó también la próxima publicación de esos «mínimos» en 80 páginas.

Habló después José Antonio Gutiérrez Fuentes, consejero honorífico de la Fundación Lilly, quien anunció, por su parte, la redacción de una declaración de apoyo al español como lengua internacional y del conocimiento, que tras un breve debate se modificó y aprobó, y que tuve el honor de firmar como todos los demás asistentes.

LUNES, 29 DE JULIO DE 2013: SEGUNDA SESIÓN DE LA MAÑANA

Después del descanso intervinieron Guillermo Rojo, académico de la RAE; Humberto López, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española; y Francisco Moreno, director académico del Instituto Cervantes. Aportaron multitud de datos y reflexiones, y yo me quedé con esta frase del Sr. Rojo: «los traductores hacen lengua», aunque se lamentó de que en los corpus de la RAE sólo haya textos escritos originalmente en español y autorredacciones, criterio del que dijo desconfiar.
Del debate posterior destacaré lo siguiente: 1) la imprescindible cita de la conferencia pronunciada por Gregorio Salvadoren la Universidad de La Laguna el 16 de marzo de 1983, «Los alegres guarismos de la demolingüística», que recomiendo encarecidamente; 2) la intervención de Francisco Moreno, quien declaró que el Instituto Cervantes está buscando la cooperación de los traductores («siamo qui, Signoria»); y 3) la intervención de Carlos E. Paldao quien, hablando del financiamiento de los proyectos lingüísticos, afirmó que «los organismos internacionales no financian intenciones ni sueños: también hay que presentarles productos ya terminados».

Curiosamente,  la sesión matutina estuvo muy centrada en la importancia de la traducción de calidad como forma de hacer frente al predominio del inglés. Tras un aluvión de viejísimos chascarrillos de traductores (por ejemplo, la mítica traducción de showers por «chaparrones» en un cartel en unas duchas públicas), llegué a redactar un borrador para intervenir en defensa de nuestra profesión, haciendo hincapié en 1) la importancia de incluir traducciones en los corpus del español y 2) el hecho de que los traductores profesionales especializados existimos y somos conscientes desde hace decenios de la importancia del contexto (porque alguno de los ponentes habló de ello como si se le hubiera ocurrido de camino a Santander). Pensaba consensuar esta aportación con Fernando Navarro (allí presente y citado, como es natural, en varias ocasiones y por diversos ponentes), pero no fue posible: en los dos días del encuentro intervinieron en total 3 personas del público no ponente, y dos de ellas fueron soflamas que, en mi opinión, estuvieron totalmente fuera de lugar. 
La tercera intervención de una persona del público tuvo lugar pasadas las 13:30, cuando mi glucemia y mi nivel de atención llevaban ya un buen rato por debajo de niveles aceptables. Pero ¡tachán!, fue una mujer que, si no recuerdo mal, empezó disculpándose por no ser académica de nada, sino una «humilde catedrática de filología» (quizá había algo de ironía en sus palabras: ya digo que mi maltrecha fisiología me impidió quedarme a escucharla).
LUNES, 29 DE JULIO DE 2013: SESIÓN DE TARDE Y NOCHE
Por la tarde, con la excelente moderación a cargo de Antonio Calvo Roy (presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica), hablaron diversos académicos (Gerardo Piña, presidente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española; y Carlos E. Palao y Jorge Covarrubias, de la Academia antedicha), un catedrático de economía (José Luis García Delgado, de la Complutense) y el periodista Javier Lascurain, subdirector de la Fundéu, quien planteó varias preguntas muy interesantes: ¿Se escribe peor en la actualidad? ¿Las redes cambian la forma de escribir? ¿Es posible detener el avance del inglés? En términos generales, sus respuestas fueron más optimistas que las que yo hubiera dado, lo que supuso otra buena noticia de este encuentro.

A la noche la organización nos invitó a la representación de “El coloquio de los perros”, una adaptación libre de la novela ejemplar homónima de Cervantes, a cargo del Els Joglars, que gustó mucho a los asistentes.

MARTES, 30 DE JULIO DE 2013: PRIMERA SESIÓN DE LA MAÑANA

Moderados por Ignacio Ahumada, multiacadémico con tantos cargos que si los citara todos se duplicaría la extensión de esta reseña, intervinieron José Antonio Sacristán, director de la Fundación Lilly; Pedro García Barreno, académico de la RAE, quien habló del proyecto de la Plataforma Tecnológica de la Lengua Española, una infraestructura que se propone desarrollar un centro de recursos lingüísticos del español y que «sentaría las bases de una plataforma de carácter industrial» e indicó también que «la computación genómica servirá de puente entre la electrónica y la cuántica», aunque no dijo una palabra sobre el título de su ponencia, «El léxico científico-técnico en la RAE» ; Daniel Martín Mayorga, gerente de la RAE, y Salustiano del Campo, académico de la Real de Ciencias Morales y Políticas. Y después del descanso matutino, Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, y José Antonio Gutiérrez, quien ya había intervenido anteriormente.

MARTES, 30 DE JULIO DE 2013: SESIÓN DE TARDE

La mesa redonda con la que dio comienzo el último tramo del encuentro versó sobre «El español y las instituciones académicas y científicas». Me gustaría hacer un alto aquí para rogarle a la organización que, en el futuro, reconsidere la opción de disponer ocho ponencias seguidas a partir de las 15:30 de un 30 de julio; y a los ponentes que leyeron sus ponencias me gustaría sugerirles que piensen en la circunstancia de los oyentes y traten de añadir una cucharadita de azúcar a su medicina, a fin de que ésta baje mejor.

Hablaron César Nombela, rector de la UIMP; Joaquín Poch Broto, presidente de la Real de Medicina, quien pudo jactarse con mucha justicia de su diccionario de términos médicos, un ejemplo para todas las demás academias, amén de contarnos que ya trabajan en el panhispánico correspondiente; Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua; Gerardo Piña, quien nos explicó, entre otras muchas cosas, qué son los estadounidismos («palabra o uso propios del español hablado en los Estados Unidos de América») y a qué llaman ellos el «español de herencia» (el de los estadounidenses descendientes de hispanos que hablan o entienden el español porque se han visto expuestos a él, pero poco: principalmente en casa); Francisco Javier Puerto, académico de la Real de Farmacia; Alberto Galindo, presidente de la Real de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; Elías Ferreres, presidente de la Real de Ingeniería; y Fernando Galván, rector de la Universidad de Alcalá.

Para finalizar, los directores del encuentro, Ignacio Ahumada (vicerrector de la UIMP, cuyas obligaciones le impidieron estar presente hasta esta intervención) y José Antonio Gutiérrez citaron las conclusiones y nos dieron la despedida.

La entrega de diplomas puso fin a dos días fascinantes que constituyeron todo un éxito para los ponentes y para todos los demás. Quiero dar mi más sincera enhorabuena a los organizadores y a los patrocinadores, que hicieron posible este acontecimiento y me honraron con su invitación.

Ni que decir tiene que aproveché los descansos, las comidas y el teatro para conocer a gente interesantísima: terminólogas, periodistas y médicos. De esta forma mi asistencia al encuentro se completó con la socialización y la desvirtualización, imprescindibles en este tipo de reuniones.