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Los buenos modales, como me los enseñaron a mí de pequeño, están un poco anticuados. Todavía asombra y agrada escuchar a algunas personas entablar conversación con el «usted» (esa fórmula bendita que te permitía tratarte con otros mientras decidías si les otorgabas la confianza mínima) y un montón de palabras, miradas y gestos con las que el ser humano ha regulado siempre la interacción con otros seres humanos, muchas veces de manera satisfactoria.
Pero ahora también interactuamos por internet y, claro, todo es diferente.
Las normas de la netiqueta existen desde 1995. Si no conoces sus 10 reglas te recomiendo mucho que las leas, porque contienen un código deontológico sencillísimo. Son la traducción de la «educación» de toda la vida a la e-ducación, aderezadas con un poquito de sentido común.
Descuida: los cavernícolas no se aprendieron las antiguas ni se aprenderán las nuevas. Los cavernícolas de ahora pueden tener iPhone, comer sushi y bañarse en spas, pero se los distingue antes de que abran la boca.
La gente maleducada no se convierte en bien e-ducada por completar sus gorjeos (me gusta más esa palabra que «tuits», aunque pierdo dos caracteres cada vez) con un «gracias» por cada seguidor. Me parece estupendo que lo haga quien quiera hacerlo pero, según mis modales y mi educación, no es necesario, ni siquiera decoroso. Un «gracias» de corazón porque alguien se haya acordado de ti vale más que mil «e-gracias» a seguidores a los que no conoces de nada ni saben quién eres.
Insisto: la e-ducación es nueva, pero es solo la adaptación de los buenos modales de antaño. El guion le suma modernidad pero le resta sustancia.
No voy a esperar que me den las gracias las personas a las que decida seguir. No voy a dar las gracias a quienes decidan hacerse seguidores de mi cuenta. Las dos partes nos beneficiamos de ese trato diminuto. Pero en este momento de mi vida estoy tan dispuesto a dar como a recibir. A enseñar como a aprender. Si decido seguirte, no lo dudes, espero aprender de ti. Y si pasa un tiempo y no es así, te bloquearé. No hace falta que me des las gracias. Si lo he entendido bien, este es el espíritu de tuiter.
Sí te agradeceré mucho que, a pesar de la limitación de caracteres, sonrías al pedir las cosas, hagas uso virtual del «por favor», el «si eres tan amable» y las demás fórmulas de la decrépita cortesía y, sobre todo, que no finjas ser quien no eres. Personalmente, estoy en tuiter por motivos casi exclusivamente profesionales, y la cortesía combina especialmente bien con este tipo de motivos.
Si no te han educado en casa, aprende e-ducación cuanto antes (basta ver cómo actúa la mayoría), pero piensa que no hay nada de cortesía en empezar la jornada con una cascada de «gracias» a tus nuevos seguidores. Y ocupas mucho espacio.
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comentarios
Si hay algo que he aprendido en los últimos tiempos, es que la cortesía y los buenos modales no solo están en decadencia, sino que ya no se entienden de la misma manera que se entendían antes, y eso se extiende al ámbito virtual y a la netiqueta. Ahora se considera natural y aceptable estar whasapeando mientras estás hablando cara a cara con otra persona; también se considera lo más normal del mundo enviar una invitación para conectar en LinkedIn sin presentación alguna, o escribir un correo electrónico a bocajarro sin ni siquiera saludar a su destinatario o llamarlo por su nombre. Eso sí, las gracias insulsas y vacías que no falten.
Un saludo,
Isabel
Una de las cosas que he aprendido en mis muchos años aquí es no creerme todas las gracias que me dan. La sociedad británica es muy propensa a los perdones y las gracias sin siquiera mirarte a la cara.
Es una pena que se pierda la educación. No entiendo cómo si a nuestros padres les educaron con la idea de que había que hablar de usted hasta a nuestros abuelos, ahora nuestros hijos no hablen de usted ni a los profesores. ¿Dónde se ha perdido? A mí no me gusta abusar del trato de «usted», pero siempre me dirijo a los desconocidos mayores que yo (o que puedan parecer mayores) con el usted, hasta que veo cómo me contestan ellos.
Algo que echo mucho de menos por estas tierras es que se te acerque un camarero y te hable con el respeto que te hablan muchos camareros en España, por ejemplo. Ese: "A ver, caballero, ¿qué va a tomar?" también se oye menos en España. La gente no tiene tiempo para ir con rodeos. Los padres no tienen tiempo de educar a sus hijos. No tienen, o no quieren tener. Es más fácil plantarlos delante de la tele que delante de un libro (a pesar de que la tele meta más ruido que las páginas de un libro). También hay muchos padres que imponen a sus hijos que den las gracias a la ancianita que les acaba de dar un caramelo, pero no predican con el ejemplo. Así salen los críos, que dicen perdón y gracias por cualquier cosa, porque creen que, así, se libran de la bronca de los padres.
Un saludo, y gracias por repartir vara de avellano por doquier.
Curri
Muchas gracias por tu comentario, Isabel. No puedo estar más de acuerdo.
Muchas gracias por tu comentario, Curri. Estoy plenamente de acuerdo contigo.
Hola Pablo:
Tengo tu manual en un estante de mi biblioteca. Y si te agradecí fue simplemente porque lo consideré un halago. Yo no soy nadie. Pero soy honesta. No doy las gracias por darlas, no doy gracias vacías. Lo siento si soy un dinosaurio, si me he quedado en la pre e-ducación y si mis gracias te han molestado.
Gabriela
Estoy muy de acuerdo contigo; y con Isabel.
Yo cuento no solo con la educación que me dieron mis padres, sino también con la que aprendí en mis años en Francia, algo que me marcó profundamente. Me molesta terriblemente que la gente me mire raro cuando saludo al entrar y al irme a todos los presentes en un comercio, cuando le deseo buenos días a un conductor de autobús, etc.
En cuanto a la e-ducación, lo de LinkedIn o Facebook es de juzgado de guardia. Una falta de cortesía total y absoluta.
Pero bueno, mientras sigan quedando gente como nosotros, habrá esperanza, ¿no? 🙂
Muchas gracias por tu mensaje, Gabriela. No he debido explicarme bien en el blog: tu agradecimiento fue de los que deben prevalecer. ¿Cómo iba a molestarme? Yo empiezo mi comentario dándote las gracias, y te aseguro que es de corazón. Pero no voy a dar las gracias porque me retuiteen o por que alguien decida seguirm en TT. Lamento haberme explicado mal.
Muchísimas gracias por tu comentario, Nu. Ya digo en el blog que, en mi opinión, para portarse con educación basta con imitar a la mayoría, que actúa con modales. ¡Somos mayoría!
Pablo:
Me alegra que el malentendido ya no lo sea. He pecado de "ombligo del mundo" presumiendo que mi mensaje había "desatado tu ira". Es que claro, te agradecí ayer, luego leo esto hoy. Pues MEA CULPA así, con mayúsculas. Lo reconozco, me he equivocado.
Muchas gracias, que he pasado todo el día pensando qué había hecho mal, me había quedado con una sensación nada bonita. Uf, me alegra.
Un abrazo.
Gabi