LA RESILIENCIA

LA HERRAMIENTA QUE NO PUEDE FALTAR EN LA MOCHILA DEL TRADUCTOR

Por Ángela Colessano

La capacidad de ser resiliente… esa capacidad de reinventarnos y adaptarnos a los imprevistos que nos tiene preparados el destino, generalmente sin esperarlo. Ser resiliente también es tener conciencia de nuestras potencialidades y limitaciones. Esto nos ayuda a tomar mejores decisiones, a que nuestro cerebro no nos juegue una mala pasada a la hora de hacer cambios o de adaptarnos a la realidad que nos rodea.

Esta herramienta fue lo que me acompañó y me guió durante todos estos años, desde que empecé a caminar por el fascinante pero sinuoso camino de la traducción. ¡Empecé con tantas ansias e ilusión! Me parece que fue ayer cuando me animaba a interpretar mis primeros textos. Confieso que no fue nada fácil; no abundaban los recursos ni el mundo traductoril era tan solidario como lo es en la actualidad.

Allá por el año 2008, ya en el último de la carrera, los docentes nos hacían creer que no lo lograríamos; mi deseo de ser lingüista se tornaba, por momentos, un poco cuesta arriba. Pensaba que la ayuda llegaría como por arte de magia, o porque simplemente es lo que yo hubiese hecho por otra persona, por otro colega quizá. Con mis compañeros nos tropezábamos con desilusiones porque al parecer, ser traductor se trataba de “un mundo secreto” al que era muy complicado pertenecer, hasta indescifrable.

No solo debíamos enfrentar nuestras propias limitaciones, los desafíos y las lecciones por aprender; el lenguaje no es una ciencia exacta precisamente (¡qué bueno que así sea!), sino que la falta de información y de recursos disponibles al alcance de todos se hacía muy presente.

El acceso a la información no era lo que es en la actualidad gracias a las redes sociales; si bien ya existía Internet hacía tiempo, no se sabían muchas cosas sobre la profesión. Los profesores y traductores que nos transmitían sus conocimientos nos describían un panorama muy obscuro con respecto a la salida laboral como lingüistas. Ni hablar de pensar en quedarse a vivir como traductor en “la ciudad feliz” (así se le dice a la ciudad de Mar del Plata en la Provincia de Buenos Aires, Argentina). En Mar del Plata, triunfaba el que sabía un poco de inglés, el que había pasado por un profesorado o algún hijo del dueño de una empresa; poco se sabía de las tareas que realizaba un traductor. No eran muchas las oportunidades ni las capacitaciones, éstas eran mas bien escasas o costosas. Fue mi amor por las palabras lo que me impulsó a seguir, a ir por más, a capacitarme y a aprender cosas nuevas todo el tiempo. Pero principalmente, me ayudó a conservar la convicción de que ese era el camino, de que era por ahí, que no me equivocaba aunque sabía que no tenía por qué ser sencillo.

Pero volvamos a la resiliencia, se preguntarán cómo la desarrollé. Para aquellos que no están muy familiarizados con este concepto, tengo que decirles que probablemente hayan conectado con esta capacidad mucho más de lo que puedan imaginar. Es una especie de recurso que nos nace o desarrollamos cuando nos enfrentamos a los obstáculos que se nos presentan en el camino que transitamos. Y fueron muchos los que tuve que atravesar desde que tomé la decisión de apostar por el arte de las palabras y la comunicación.

Algunos desafíos que enfrentamos los traductores son, entre otros, la falta de información (según la época de estudio), la poca solidaridad de nuestros colegas, la permanente actualización de conocimientos y de programas informáticos (sin los cuales sería imposible cumplir con nuestro trabajo), los tiempos que a veces nos exigen las agencias o algún cliente en apuros, los fracasos al momento de recibir el resultado de las pruebas que nos toman las agencias (sin mencionar las largas guías de estilo y de glosarios que hay que respetar de manera puntillosa) y un largo etc. Cabe aclarar que toda profesión conlleva una serie de desafíos y aprendizajes y eso no nos tiene que asustar, pero lo cierto es que no todos estamos preparados para el “NO”, para que después de 4, 5 o 6 largos años de esmero, nos digan que nuestro esfuerzo merece un below standard (por debajo de los estándares de calidad). Por eso, poco a poco, fui incorporando métodos para no perder el foco y para no desanimarme en el camino.

Por si les es de utilidad, a continuación detallo algunas sugerencias para desarrollar la resiliencia en lo que te propongas, sin importar las circunstancias que te rodeen, y que a mí me han servido para llegar hasta aquí:

Primero debes preguntarte: Cuando algo no sale como lo esperabas, ¿tiendes a recuperarte o a desmoronarte?

Si quieres ser más resistente, ten en cuenta estos consejos:

  • Conéctate: construir relaciones fuertes y positivas con tus seres queridos y amigos puede darte el apoyo, la orientación y la aceptación que necesitas en los buenos y en los malos momentos.
  • Haz cosas que le den sentido a tus días: haz algo que te dé una sensación de logro y propósito todos los días. Establece metas claras y alcanzables que te ayuden a mirar hacia el futuro con sentido.
  • Aprende de la experiencia: piensa en cómo has afrontado las dificultades en el pasado. Recuerda las habilidades y estrategias que te ayudaron en los momentos difíciles. Puede ayudarte a identificar patrones de comportamiento positivos y negativos.
  • No pierdas la esperanza: no puedes cambiar el pasado, pero siempre puedes decidir sobre el futuro. Aceptar e incluso anticipar el cambio hace más fácil adaptarse y ver los nuevos retos con menos ansiedad.
  • Practica en autocuidado: atiende a tus propias necesidades y sentimientos. Participa en actividades y pasatiempos que disfrutes. Incorpora la actividad física a tu rutina diaria. Duerme y crea rituales uniformes para ir a dormir. Lleva una dieta saludable. Practica el manejo del estrés y técnicas de relajación, como el yoga, la meditación, la visualización dirigida, la respiración profunda o la oración.
  • Sé proactivo: no ignores tus problemas. En cambio, averigua lo que hay que hacer, haz un plan y toma medidas. Aunque puede llevar tiempo recuperarse de un gran contratiempo, un evento traumático o una pérdida, debes saber que tu situación puede mejorar si trabajas en ello.

En resumen, muchas son las adversidades que enfrentamos cuando decidimos qué recorrido queremos caminar, solo soñamos con convertirnos en un “profesional bien capacitado”. Sin embargo, justamente esos obstáculos son los que nos preparan para el futuro no tan lejano. Es decir que debemos sacar el mayor provecho de todo aquello que nos ofrece dificultad; la forma en que lo resolvamos nos servirá de guía para salir de cualquier apuro que enfrentemos a lo largo de nuestro trayecto profesional.

Espero, con mi experiencia personal, haber podido ayudar a todos aquellos que no saben por dónde empezar o cómo seguir. Nunca estamos solos.